Prácticas guiadas  
Neural Body Connection

La conexión con el cuerpo es esencial para experimentar plenamente el momento presente. 

Existen cuatro fundamentos clave que facilitan un movimiento consciente en la práctica de la Presencia. 

Muevete MUY Despacio.

Cuanto más despacio te mueves, más energía y dedicación invierte tu sistema musculoesquelético en integrar cada movimiento. 

Muevete Muy Atento

La atención plena en cada etapa del movimiento, en cada suspiro y en cada rincón de tu ser. Permítete conectar con el poder que reside en ti, 

Muevete SIN Juicio

Acepta el movimiento tal como es en el instante en que lo realizas.  Permítete estar en lo que es en  el momento, abrazando cada experiencia como un peldaño. Recuerda que el viaje es tan valioso como el destino.

Recuerda que todo es un Juego

¡Descubre la maravilla de tu propio cuerpo, como lo haría un niño lleno de curiosidad! Imagina la emoción de explorar cada rincón de tu ser. Investiga curioso, 

¨Conocerse a uno misio

¨Habitar el presente¨

¨Conectar mente y cuerpo¨

¨Siente que dice tu cuerpo¨



 

Hemos escuchado esto miles de veces…

Solo una mente flexible, un cuerpo vibrante y un espíritu presente pueden materializar estas afirmaciones. 

La mente descontrolada, persiguiendo incesantemente cada estímulo, y la repetición automática, producto de la imitación, son señales claras de que no se ejerce el dominio sobre uno mismo. En nuestra cultura contemporánea, estamos constantemente condicionados a buscar validación externa para alcanzar un sentido de realización, lo que nos aleja de nuestra sabiduría innata. Nos encontramos fragmentados en múltiples niveles, atrapados en una carrera sin rumbo definido, descomponiendo el cuerpo y olvidando el tejido que lo integra todo.

Conocernos implica un desafío directo al Ego. Es un reto al "YO SÉ", que nos invita a reconectar con el movimiento, redescubriendo nuestra esencia con la curiosidad de un niño. Es fundamental reeducar el cerebro para que comprenda plenamente lo que significa habitar este cuerpo que nos envuelve. Nuestra postura y la manera en que nos movemos están impregnadas de memorias, limitaciones y tensiones acumuladas. 

Aunque una comprensión intelectual puede ofrecer claridad, no es suficiente; solo cuando esta comprensión se transforma en una experiencia vivencial, se generan acciones maduras y auténticas que pueden cambiar nuestra vida de manera irreversible. 

La neurociencia ha avanzado significativamente en la elucidación de cómo el cerebro se interrelaciona y comunica con el cuerpo. Este campo abarca el estudio de las señales eléctricas y químicas que permiten la coordinación de movimientos, la percepción sensorial y la regulación de funciones corporales. Además, ha profundizado en la importancia de la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para adaptarse y transformarse en respuesta a la experiencia y el aprendizaje.

La plasticidad del sistema nervioso es la clave que nos permite actuar como electricistas de nuestro propio cableado interno. A través de la atención plena en el movimiento, logramos que cerebro y cuerpo funcionen como una unidad integrada, en lugar de operar de manera automática. Al crear silencio y espacio, facilitamos la aparición del "observador" o "testigo", lo que nos permite identificar los movimientos parasitarios y las tensiones innecesarias que podemos evitar. La inteligencia del cuerpo, en su esencia, busca constantemente restablecer su orden para experimentar mayor libertad y flexibilidad. 

Desde el inicio hasta el final de nuestras vidas, estamos destinados a coexistir con nosotros mismos en este cuerpo; por lo tanto, es imperativo que nos conozcamos y reconozcamos. Debemos darnos la oportunidad de explorar nuestra esencia, investigar nuestro ser y reaprender a aprender, de manera que podamos relacionarnos con la vida con la alegría y el amor característicos de la niñez, integrando la serenidad sin caer en la solemnidad, y abordando la realidad con objetividad paciente, sin seriedad compulsiva.

 En el momento en que logramos sentir la interdependencia de todo nuestro tejido, percibimos la conexión entre pensamiento y sensación. Comprendemos que no hay dedo sin pie, ni pie sin pierna, ni pierna sin cadera, ni cadera sin hombro, ni cabeza sin pie, ni mandíbula sin cadera. Cuando alcanzamos esta comprensión de manera experiencial y no meramente intelectual, la verdad del ser comienza a manifestar la interdependencia en nuestro cuerpo. A medida que avanzamos en este camino, desvelamos el entrelazado completo de la humanidad: la interdependencia de tu pie con mi pie, de tu pensamiento con el mío, reconociéndonos en nuestra unidad.

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